Enrique Aquino
Hace unos años, Carlos Fuentes, el gran universal escritor
mexicano, dijo que era necesario actualizar el Manual de Carreño (manual de urbanidad y buenas costumbres). Tiene razón,
los tiempos han cambiado con el internet y con los teléfonos móviles. Y no
hablo de la netiqueta.
Las personas que he tenido la fortuna de conocer, se han
dado cuenta que no soy el tuitero que todo el día está vigilando el celular y
se la pasa escribiendo. Podría decir que me distraen más las aplicaciones de
mensajería instantánea, las cuales identifico con un sonido especial.
A pesar de que, tengo la capacidad —adquirida en campañas y
con el tiempo— para poder escribir, leer —el móvil— y al mismo tiempo escuchar
lo que mi interlocutor personalmente me está diciendo, trato de no revisar mis
redes sociales y mirar a los ojos con quien platico como una forma de respeto y
educación. Cuando estoy con alguien, no tuiteo más.
Una de las capacidades, de las muchas que tienen las mujeres,
es poder hacer varias cosas a la vez: están cocinando, viendo televisión,
hablado por teléfono y al mismo tiempo vigilando a los niños pequeños. Algo que
los hombres no tenemos, pero que también
hemos adquirido poco a poco con el uso de estas nuevas herramientas
tecnológicas.