La política energética que platea el presidente de México, Enrique
Peña Nieto, tiene como objetivo fundamental la seguridad energética del país
para garantizar el desarrollo nacional y fomentar el crecimiento económico, el
empleo y la estabilidad.
Es importante aceptar que Pemex enfrenta riesgos, pero tiene
un enorme potencial. Vivimos en un mundo cambiante, donde continuamente están
apareciendo amenazas y oportunidades. El gobierno mexicano está preparado para
defenderse de las primeras y aprovechar las segundas.
La principal fuente de energía primaria del sector
energético es el petróleo. Las reservas
probadas con las que contamos son para
nueve años, las probables son apenas de 14 años. Como consecuencia, la
producción petrolera tiende a disminuir, casi un millón de barriles diarios
desde el 2004 —cuando llegó al máximo—. Irónicamente la contratación de plazas
de la empresa aumentó de 120 mil a 160 mil; menos ingresos, pero sí más
contratación de personal.
Los jubilados de Pemex, reciben en promedio 17 mil
quinientos pesos al mes, los mayores de
65 años en zonas rurales 175 pesos al mes. Por eso es importante la
transparencia y la rendición de cuentas para poner un alto al gasto innecesario
y excesivo de dinero. Aunado a una nueva relación entre el gobierno y el sindicato
que por años ha sangrado a la empresa. Ya pasaron los tiempos de abundancia.
Lo que ha llevado a la ruina a PEMEX es su antilógica empresarial.
Es poco lo que se invierte en investigación —en comparación con lo que otras
empresas erogan, como Petrobas—. Los recursos se destinan para pagos de
impuestos. Pemex, que debería beneficiar a todos los mexicanos, beneficia a
unos cuantos —los que están en su nómina— que abusan de este bien nacional.
Es por ello que el gobierno federal lanzó seis ejes para que
Pemex sea palanca efectiva del desarrollo y crecimiento económico del país. El
objetivo es modernizar a Pemex como empresa pública capaz de contribuir a la
seguridad energética del país, maximizar la renta petrolera asociada a la
explotación de los hidrocarburos propiedad de la nación e impulsar la
producción y el empleo nacional:
Establecer una nueva estructura
organizacional. Pemex deberá
administrarse con transparencia y rendición de cuentas.
Alentar la ética corporativa y
responsabilidad social. Las operaciones de la empresa deben procurar el
desarrollo integral de las comunidades.
Promover el crecimiento verde. Desarrollar
energías renovables que promuevan el ahorro de energía. Al mismo tiempo habrá
una transición energética hacia fuentes de energía renovables.
Potenciar a la industria nacional. Incentivar
el desarrollo de cadenas de proveedores nacionales.
Orientar las inversiones hacia actividades de mayor valor agregado y
rentabilidad para el país. Pemex debe suministrar los insumos energéticos
que demanda nuestro crecimiento económico. Y debe hacerlo con estándares de
calidad y precios competitivos a nivel internacional.
Fortalecer su capacidad e inversión y
desarrollo tecnológico. Realizar los cambios necesarios para transformar a
Pemex, que se conserve como propiedad del Estado pero que tenga la capacidad de
competir a nivel mundial.
Pemex es la empresa de todos los
mexicanos, ha sido pilar del desarrollo económico y social de nuestro país y no
dejará de serlo. Hay una minoría que trata de engañar y argumentan que la
empresa será privatizada. Sin embargo, estoy convencido, que somos muchos más
quienes coincidimos en que México cambie.
“Es tiempo de transforma a Pemex,
para transformar a México. Hay que mover a Pemex, para que Pemex mueva a
México”, señaló el presidente, Enrique Peña Nieto, ayer en Salamanca, en la
conmemoración del 75 aniversario de la Expropiación Petrolera. Queda muy claro:
Pemex no se vende ni se privatiza, pero
sí se moderniza. Es urgente y muy necesario movernos con más decisión y
eficacia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario