Siempre lo he dicho y hoy lo repito: el líder necesita de la
gente y no la gente de los líderes. El
día de ayer, después de que se anunciara la muerte de Hugo Chávez, miles de
venezolanos salieron a las calles con imágenes de su líder que, después de dos
años, perdió la batalla contra el cáncer.
Me ha conmovido el ver las fotos de esas miles de personas
llorando y expresando su pesar por la muerte de su presidente. Más que su gobernante, para miles de
ciudadanos de Venezuela, Chávez era un caudillo. Ahora se sienten huérfanos de
guía espiritual. Pensemos en un ejemplo: ¿qué sería Morena sin López Obrador?
Simplemente no existiría.
En el pasado, había países pobres porque había países ricos,
y había países ricos porque había países pobres. En otras palabras, había
países tercermundistas por la afluencia del primer
mundo. En el presente no es así. Y lo que más hace daño a los países
subdesarrollados es que se les inculque esta falsa doctrina por medio de
propaganda. De esta manera es muy fácil vociferar contra el imperio yanqui.