El fanatismo nacional que se ha vivido en los últimos seis
años y que se incrementó durante las campañas electorales es preocupante.
Cualquier mexicano tiene derecho a creer lo que se le venga en gana, pero
cuando se cree que estas ideologías son perfectas utópicas, aparece el
fanatismo y luego la violencia.
En México ya es un problema social el fanatismo de la
extrema izquierda (Pejismo), que
muchos no lo quieran aceptar; es otra cosa, pero es una realidad que no se
puede negar. Este apasionamiento ya echó raíces en nuestra sociedad. Los acontecimientos
de criminalidad, intolerancia y bestialidad que se han suscitado pueden
agravarse. Ayer lo vimos en Michoacán con sindicatos y grupos afines a esta ideología.
Ignorar este problema no lo resuelve. El fanatismo destruye
familias, amistades, e incluso provoca muertes. Los fanáticos no tienen
capacidad de razonar, aceptan la verdad
de sus líderes y la defienden sin
argumentos. El problema es que cualquier ideología opuesta los hace consolidar
la ya aceptada. Quien no comparte sus pensamientos es un enemigo del pueblo, un
vendido o un lamebotas.
Para algunos líderes de izquierda, este fanatismo es
beneficioso. Se volvieron expertos en manipular las masas explotando las pasiones, culpan a otros de las
frustraciones colectivas. Como Hitler que basó su popularidad culpando a los judíos de
los problemas de Alemania. El líder populista busca motivos de una frustración
colectiva (pobreza, violencia, desempleo, etcétera) y, después, busca culpables
(sus adversarios políticos, medios de comunicación, instituciones, etcétera).
Durante la primera guerra mundial se usó una propaganda
mediática para influenciar el resultado final de la guerra. En la actualidad,
esta propaganda oscura que fabrica opiniones la siguen utilizando algunos
líderes de izquierda. Utilizan estereotipos —creados con anterioridad por ellos
mismos— seleccionando los hechos apropiados, repitiéndolos y afirmándolos.
Cuando Andrés Manuel
López Obrador dice: “Estoy dolido porque
nos robaron la elección; Peña se equivoca si piensa que estará seis años sin
que pase nada”, no le interesa el bienestar social; si no conservar sus
privilegios de poder. Otro caso fue la desinformación de Fernández Noroña con
sus siete pesos la hora. En estos dos
casos, ambos buscan mantenerse vigentes en la vida política del país. Por eso
gastan mucho dinero, tiempo y esfuerzo en despertar las emociones de los ciudadanos
que se enfrían un poco.
No debemos subestimar a los líderes de izquierda que
influyen en las actitudes emocionales de los ciudadanos (en especial de los
jóvenes). Cuando sabemos que en estos tiempos se pueden alcanzar a millones de
personas; cuando sabemos que el hombre puede ser un animal irracional; cuando
sabemos que el fanatismo es contagioso.
En México, poco a poco la cultura se está convirtiendo en
política. Especialmente en política revolucionaria extrema. Se relaciona con la
protesta, debido que hay sindicatos y grupos radicales que la emplean para dar
a conocer sus ideas. A pesar de que ya no estamos en elecciones, vivimos
tiempos de apasionamiento político. Los últimos seis años la vivimos, ahora
incitan a otros seis años de encono, odio y violencia.
Es nuestra responsabilidad como ciudadanos conocer este tipo
de manipulaciones por lo que es y por
sus efectos. Nunca será suficiente lo que se diga o lo que se escriba sobre
este tema, pero hay que conocer la verdad para evitar un daño a nuestra salud
personal y emocional.
Eres un pendejo.
ResponderEliminarTe adoro Enrique, dices las cosas como son, quienes te ofenden en el fondo saben que tienes razón.
ResponderEliminar¿Obrador de extrema izquierda? Ay niño, no tiene idea de lo que dice. La extrema izquierda es marxista o anarquista. Obrador es un simple político burgués. Infórmese, no haga el ridículo.
ResponderEliminarpobre idiota sin ideales y con hambre de poder y dinero.
ResponderEliminarles duele en el alma, pero si es cierto esta loco de atar el peje
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